Un bigote, una ilusión

Este rincón nace con la ambiciosa misión de poner de nuevo de moda EL BIGOTE, ese símbolo de hombría y virilidad más allá de los prejuicios políticos que algún desgraciado quiere achacarle.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Moustache come back!


Sí señoras y señores.

Algo tan español como el bigote ha ido desapareciendo de los rostros de los hombres. Relegándose al recuerdo y al plató de Cuéntame y Amar en tiempos revueltos. Aún algunos ancianos lo ostentan casi de manera inconsciente como si no se entendieran sin contornear la parte superior de sus bocas con una bruñida mata de pelo.

El bigote ha llegado a ser un símbolo de antigüedad, retrogradismo y seriedad. Ligado a la Guardia Civil, al machismo, a Franco, al malo de la película de vaqueros, hemos crecido en un mundo donde el bigote era un prófugo. Muchos de nuestro padres ya no lo levaban. Sólo nuestros abuelos lo han llevado toda su vida.
Pero la cultura de la moda, cíclica como ella sola, nos va a reparar dentro de poco una nueva sorpresa.

Cada vez es más común ver a un chupilerendi modernito mostacho en ristre. No una perilla, ni un bigote camuflado con la ayuda de una mosca bajo el labio inferior, ni tampoco uno entre una barba de tres días, si no un mostachito de latin lover pasado de rosca o sazatorniliano, o ya en todo su esplendor un mostachazo de mariachi benemérito. Acompañado de tirantes, gorro de deshollinador y unos cuantos piercing, que añaden el puntito anacrónico necesario, para no parecer salido de un agujero espacio-tiempo y sí el último grito casi afónico que muestra tendencias futuras.

En menos de lo que parece deja de verse raro, deja de ser el centro de atención y ya empieza a asociarse a un estilo. A una evolución. Y el bigote va en ese camino y recorriéndolo a gran velocidad. Tanto que las gafas de pasta, los corbatines estrechos y las camisetas deliberadamente ochenteras tiemblan ante el nuevo competidor que les empujará fuera de olimpo de icono de la modernidad.
Dentro de poco los
padres les dirán a sus hijos que se quiten el bigote que es horrible, y estos
les contestarán que son unos carcamales mientras lo peinan con un diminuto peine
que guardarán en el bolsillo exterior de su americana vaquera púrpura.

Ya estáis avisados.

Ahora haced lo que queráis.

Aquellos que estén necesitados de glamour pueden adelantarse a los demás y quedar como el mas trendy de la pandilla con un buen mostachoide que se convertirá, hasta la normalización, en su símbolo de identidad, moderna identidad. Los que no, recordad que el advenimiento del bigote vendrá camuflado con unas enormes patillas para suavizar su vuelta, así que no os extrañéis si algún conocido empieza a dejárselas y estar preparados para el golpe.

Recordad que ahora después de la pregunta ¿Sabes quien se ha dejado bigote? puede haber algo más que una simpática rima.

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